El martes santo, día 15 de abril, a las 12 h, tendrá lugar la celebración de la Misa Crismal en la Catedral de la Almudena.

En esta solemne celebración el Sr. Cardenal consagra el Crisma y bendice los Santos Óleos que después serán utilizados para administrar los diversos sacramentos. El Presbiterio diocesano concelebra y renueva sus promesas sacerdotales.

Como todos los años, acabada la celebración, tendremos la comida en el Seminario Conciliar. Con el fin de que podamos organizarlo mejor, necesitamos que nos comuniques tu intención de participar en el siguiente formulario:

https://forms.office.com/e/GsejHkuhz0

Os recordamos las palabras de nuestro Arzobispo D. José Cobo en la homilía de la Misa Crismal del pasado 2024: «Queridos hermanos sacerdotes: Gracias por hacer posible esta celebración en esta misa crismal a la que, año tras año, nos convoca la Iglesia en estos días santos. Y por acudir y poder celebrar juntos el don de pertenecer a este presbiterio diocesano. Hoy tenemos la posibilidad de renovar nuestra vinculación a Jesucristo que se ofrece al Padre y de volver a injertarnos en esa misteriosa entrega. Con él somos llevados a aquel momento primero donde todo comenzó y que hoy revitalizamos reuniéndonos y haciéndolo eucaristía.

Escuchamos el eco de aquella oración de la Iglesia sobre nuestras vidas que decía: «Jesucristo el Señor, a quien el Padre ungió con la fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar al pueblo cristiano y para ofrecer a Dios el sacrificio»…… Gracias, muchas gracias, queridos hermanos sacerdotes por vuestra generosa entrega a la tarea pastoral, por vuestra disponibilidad permanente al servicio de la Iglesia diocesana, por vuestra fidelidad en medio de no pocos vientos contrarios. También por vuestro sacrificio y paciencia porque no siembre sabemos acertar. Gracias de corazón por vuestra respuesta siempre ilusionada y en esperanza, por entender que estáis al servicio de una misión que es mucho más que un trabajo profesional y con horarios de oficina.

Gracias muy especiales a cuantos no renunciáis a ser constructores de unidad y comunión diocesana en este hermoso presbiterio entregado, discreto y trabajador al que me siento tan unido. Gracias a vuestras comunidades que diocesanamente os sostienen desde la identidad bautismal. Permitidme que mis últimas palabras sean de oración también por los que han fallecido durante este último año y a los que prolongan la misión de la Iglesia en cualquier parte del mundo. Y un recuerdo emocionado y agradecido a los hermanos sacerdotes que por los achaques propios de su edad o por la enfermedad no pueden acompañarnos en esta celebración. Respondieron en su juventud al don de la unción del Espíritu y han gastado generosamente todas sus energías realizando la profecía de la misericordia del Ungido del Padre. Vuestro obispo se siente orgulloso de vuestro ministerio y os sigo enviando para esta misión. Seguimos contando con vuestras vidas orantes y ofrecidas en oblación a la voluntad de Dios, en la tarea de anunciar el evangelio de Jesús en la Iglesia de Madrid».