Setenta sacerdotes de la archidiócesis de Madrid participamos en el encuentro que el Cardenal-Arzobispo Madrid mantuvo el pasado 21 de octubre con los ordenados entre los años 1984-1994. Precisamente D. José Cobo pertenece a esa última promoción (1994) y participó como hermano y pastor de todos.
Comenzamos con un café, que propició la ocasión de poder reconocernos y saludarnos. A continuación, tuvimos un momento de oración tranquila para tomar conciencia de la llamada que el Señor nos hace a estar con El y a participar de la misión . Seguidamente nos dividimos por grupos y practicamos el método de conversación en Espíritu, implantado en el Sínodo. Fue un momento de compartir lo que nos ha ayudado, en nuestro ministerio, a mantenernos como peregrinos en camino hacia la plenitud de la vida en Cristo. Como elementos comunes se señalaron, naturalmente, la fe y la vida de oración, la caridad pastoral, la fraternidad sacerdotal, las amistades y el pueblo creyente que nos sostiene y vivifica con su ejemplo.
En un momento posterior, estando todos juntos, pudimos escuchar el testimonio de tres de los presentes, dos presbíteros y nuestro Arzobispo. Todo ello sirvió como introducción para un coloquio fraterno con el obispo que se prolongó después de la comida, en el que invito a seguir respondiendo, desde la experiencia que genera sabiduría, a los retos fascinantes que tiene nuestra Iglesia y nuestra diócesis.
La mañana transcurrió en ambiente fraternal. Se valoró positivamente el encuentro en si mismo. Fue una ocasión de volvernos a ver y de seguir generando vínculos, de cara a continuar viviendo la comunión. Se visibilizó la riqueza multiforme de nuestra iglesia de Madrid y de su presbiterado.
Fue un encuentro inolvidable. Agradezco a la Vicaría del Clero por haberlo organizado, y por haberlo organizado del modo como lo hizo, procurando tanto a través de la «conversación en el Espíritu» por grupos. como a través de los testimonios, la oración y la comida fraternal todos juntos, que el encuentro fuese de verdad un encuentro de fraternidad sacerdotal. Fuimos alentados por nuestro arzobispo y entre nosotros, como miembros de un único presibiterio diocesano, unidos en la misma misión a la que en esta etapa de mayor experiencia y madurez, poder seguir sirviendo «con un sólo corazón», con la ayuda de Dios. Gracias